A la hora de buscar un profesional de la salud para solventar un malestar físico concreto nos resulta bastante familiar elegir el especialista al cual acudir: en el caso de una fractura acudiremos al médico traumatólogo, si nos duele el oído a un otorrino etc. Sin embargo, cuando nos sentimos desorientados y afligidos tras la pérdida de un ser querido, cuando la angustia no nos deja respirar o nos impide alimentarnos o descansar adecuadamente, tras un acontecimiento que vivimos como especialmente violento o traumático y la vida no parece ya ser la misma o cuando en la vida ‘tropezamos siempre con la misma piedra’ y esto nos impide avanzar… ¿A quién acudimos? ¿Qué hacemos?
A menudo nos sentimos desorientados, quisiéramos ‘restablecer el orden en nuestra vida’ pero no encontramos el cómo, el ‘botón para reiniciar’, o dudamos acerca del especialista al cual acudir para recibir la atención especializada y adecuada a nuestro problema. Cuando nos adentramos en la búsqueda de un profesional de la salud mental suelen aparecer dudas, temores, prejuicios, experiencias previas negativas o la simple falta de información, que nos lleva a confundirnos aún más.
Considero imprescindible, así como un derecho de todo usuario del Sistema de Salud, la buena información para poder llegar a una decisión informada, siendo la responsabilidad final de elegir el profesional y el enfoque terapéutico.
Este artículo tiene como primer propósito informar acerca de las competencias y los ámbitos de actuación del psicólogo sin la pretensión de retratar una realidad única u objetiva, sino ofreciendo al público general una orientación que pueda facilitar la búsqueda personal en un camino percibido a menudo como enrevesado o confuso.
¿Quién es y que hace el psicólogo?
Un psicólogo es un profesional licenciado en Psicología. Estudió la conducta humana desde enfoques distintos y en contextos diferentes (Psicología evolutiva, social, comunitaria, organizacional, clínica, etc.). Lo podemos encontrar desempeñando su labor en el área educativa, social y comunitaria, de recursos humanos y, si se especializa en psicología clínica tendrá una base sólida en psicopatología, diagnóstico clínico y técnicas de intervención, lo cual le habilita -por ejemplo- a realizar tests de psicodiagnóstico, evaluar los resultados, redactar informes, elaborar y llevar a cabo un plan de intervención psicológica individual o grupal conjuntamente con el/los usuarios y, en ocasiones, con otros profesionales (como el médico Psiquiatra u otras especialidades). En España el psicólogo colegiado puede ejercer su profesión en una institución pública o en consulta privada, tal y como describe el Código Deontológico del Psicólogo.
Es posible y probable que el profesional de la Psicología se especialice tras la carrera universitaria cursando formaciones suplementares dirigidas a profundizar en la investigación, el reconocimiento de patologías específicas, distintos modelos de intervención o áreas concretas dentro del amplio marco de la Psicología Humana (psicología infanto-juvenil, psicotraumatología, psicología de la salud, etc.). Lo anterior no significa per se que un psicólogo sea (también) psicoterapeuta, ya que la carrera de Psicología no contempla esta formación, que se puede adquirir formándose adecuadamente tras la licenciatura.
¿Qué diferencia hay entre psicólogo y psiquiatra? A menudo se plantea esta pregunta, debido a la falta de experiencia, de información o simplemente a la confusión generada por los mismos profesionales de la salud (mental).
El psiquiatra es un médico especialista en patologías mentales. En España hay aún escasez de psiquiatras formados en psicoterapia y, dentro del grupo de los psiquiatras-psicoterapeutas son la minoría quienes optan por emplear este recurso en su quehacer profesional. Por lo tanto la intervención psiquiátrica consiste principalmente en la valoración del estado de salud mental del paciente, el establecimiento de un diagnóstico según los criterios internacionales de diagnóstico de trastornos mentales (DSM IV y/o CIE-10) y, finalmente, la indicación de un tratamiento farmacológico pertinente, que requiere controles pautados por y con el mismo médico psiquiatra.
¿Cuándo es precisa una consulta con un psicólogo y de qué sirve?
El ser humano posee extraordinarios y sorprendentes recursos internos y externos para hacer frente a las situaciones más adversas. Sin embargo no siempre disponemos de estrategias de afrontamiento ad hoc, ni es esperable que siempre las encontremos sin ayuda profesional y podamos resolver situaciones puntuales o recurrentes de malestar intenso.
La intervención de un psicólogo colegiado, honrado y con suficiente experiencia podrá permitirnos encontrar un espacio en el que podamos establecer una relación de confianza y empatía con el profesional para, en primer lugar, nombrar y definir el problema, conocer los mecanismos que nos llevan al malestar y sentirnos acompañados en el proceso de cambio a nivel cognitivo, emocional y psicosocial, así como en el ensayo de nuevas estrategias de afrontamiento y de promoción de nuestra resiliencia. En su quehacer profesional el psicólogo desempeñará su tarea con el máximo rigor científico, recurriendo a todos sus conocimientos e instrumentos desde las distintas escuelas psicológicas y marcos teóricos y de intervención de los que dispone, según la formación recibida y los objetivos que se establezcan conjuntamente con el usuario.
El abanico de escuelas y técnicas puede variar: psicología humanista, psicología cognitivo-conductual, psicología sistémica etc., así como técnicas más verbales o corporales, siempre estableciendo un vínculo sano entre psicólogo y usuario, respetuoso con la disponibilidad y facilidades de este último.
En alguna ocasión, especialmente por las características de la patología presentada por el usuario la intervención del psicólogo requiere de una colaboración con el médico psiquiatra. Así, como es tradición y como se sigue considerando una buena práctica en otros países europeos y extra-europeos, sería esperable que también en nuestro país los usuarios que acuden a un médico psiquiatra o a un psicólogo pudieran beneficiarse en su evolución clínica de una buena colaboración, una comunicación fluida y de una relación de de mutuo respeto entre los dos profesionales de la salud mental con competencias afines y complementarias.
En los intereses del propio usuario y con el fin de promocionar su salud auspiciando un pronóstico favorable, sería esperable que el médico psiquiatra y el psicólogo trabajasen de la mano, recomendando al usuario el seguimiento psicológico y/o psicoterapéutico suplementario al tratamiento farmacológico (debido el caso) para mejorar la eficiencia del mismo y potenciar la autoeficacia y la autonomía de la persona (en ocasiones en vista de retirar la medicación en cuanto ésta haya adquirido suficientes herramientas para cuidar de su bienestar).
Gabriella Bianco es psicóloga (B-1227) y psicoterapeuta.
Artículo publicado en "El Confidencial" el pasado mes de enero.
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