miércoles, 4 de abril de 2012

Depresión, un pozo con salida


Cuando hablamos de salud mental, uno de los males que se da cada vez con más frecuencia en nuestras días, es la depresión. Siendo catalogada según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la causa principal de discapacidad en todo el mundo en el 2020. Pero, ¿Con qué síntomas se manifiesta la depresión?.

La depresión se encuadra dentro de los trastornos del estado de ánimo. En ella aparece la tristeza, la pérdida de interés, la dificultad para experimentar placer, disminuyen la capacidad para disfrutar, la energía vital, el interés por las cosas y la concentración. Aparecen problemas de sueño, bien por insomnio o por dormir en exceso, y también en la alimentación por comer de manera más compulsiva o por perder el apetito. Afecta a la autoestima perdiendo la confianza en uno mismo y teniendo sentimientos de culpabilidad. Otros síntomas que también se dan son la perdida de deseo sexual, intranquilidad, desesperanza, irritabilidad, miedo y ver las cosas bajo el prisma de esquemas mentales negativos.
Según el nivel de gravedad la depresión puede ser leve, moderada o grave. En los casos más graves el sentimiento de desesperanza es mayor y puede llevar a ideas de suicidio o autodestructivas.
Sentir tristeza no debe verse como alarmante, ya que todos lo podemos sentir en un momento dado. Pero si esto se prolonga o se agrava, y se acompaña de otros síntomas es cuando podemos pensar que hay un problema.

Ahora que estamos en los inicios de la primavera, resulta de interés tener en consideración lo siguiente.
En términos muy generales podemos entender la depresión como endógena o reactiva, lo que apunta a la presencia o ausencia de factores precipitantes: con endógena nos referimos a origen interno, hereditario, y en la que hay unas características de personalidad que la favorecen. A este tipo de depresión le influyen los cambios estacionales, existiendo recaídas en primavera y en otoño. Con reactiva nos referimos a la existencia de factores precipitantes, es decir, a la existencia de causas más externas, de tipo social (alguna circunstancia concreta, conflicto, disgusto) o por problemas en el desarrollo afectivo de la persona. A este tipo no le influyen tanto los cambios estacionales. El ser de un tipo u otro no solamente tiene como diferente el origen sino el tratamiento, ya que en los casos de depresión reactiva es más indicado el tratamiento psicológico.
Podemos decir que nuestro ritmo biológico se ve influido por los cambios estacionales, debido a los cambios en cuanto a las horas de luz. Nos afecta al sueño y esto a su vez a el estado de ánimo. Por ello también existen otros casos en los que la depresión se agrava más en invierno, cuando hay menos horas de luz.

Pero algo que si podemos aprender a manejar mejor y que además resulta de importancia, es a cambiar los esquemas mentales de pensamiento negativo. Estos pensamientos negativos suelen girar en torno a nosotros mismos, a lo que nos rodea y sobre el futuro. Son pensamientos irracionales que no se ajustan a la realidad, y precisamente ver la realidad desde este prisma nos provoca toda esa cantidad de emociones negativas. Sería como ver el mundo a través de unas "gafas" que nos harían verlo todo negro y sin salida. Entre las distorsiones de pensamiento más comunes en la depresión tenemos: evaluar los acontecimientos otorgando un peso exagerado a lo malo e infravalorando a lo bueno, tendencia a atribuirnos responsabilidad en acontecimientos negativos en los que nosotros contamos poco, sacar conclusiones negativas aunque no haya evidencias que apoyen nuestra idea o incluso aunque los hechos sean contrarios a nuestra hipótesis, tendencia a clasificar las experiencias en un extremo o en otro pero sin hacer valoraciones intermedias, etc.

En cualquier caso si nos reconocemos en estos síntomas, no perdamos la esperanza, pensemos que se puede salir de ello y que existe esa ayuda que necesitamos.

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