Este año celebramos el Año Europeo del Envejecimiento Activo y la Solidaridad Intergeneracional, y noticias como esta van dedicadas a ello. Cambiemos nuestra visión del envejecimiento y aportemos un granito de arena para mejorar la calidad de vida de nuestros mayores, por ellos y por nosotros el día de mañana. Y recordar que ser mayor no es sinónimo de no poder hacer nada. Las relaciones entre personas de diferentes generaciones resultan muy enriquecedoras. Así que disfrutemos de los nuestros y aprendamos de ellos todo lo que podamos.
“La vejez es un proceso natural por el que todo el mundo pasa y que empieza a producirse desde el mismo día de nuestro nacimiento”, explica la escritora y profesora jubilada Isabel Agüera, autora de El arte de envejecer. Guía práctica para mayores felices. Sin embargo, ¿se asumen con naturalidad y sin complejos las consecuencias del rodillo imparable del tiempo o los años son una losa cada vez más pesada que impide vivir la vida con plenitud y felicidad? Según la óptica de Agüera, “hemos sido educados en la cultura de la juventud en vez de en la vejez y, ahora más que nunca, se potencia el concepto de la eterna juventud”.
Negar la evidencia del envejecimiento mediante el “autoengaño” sólo complicará las cosas. Para Agüera, “no hay que tener miedo en dar pasos hacia adelante y cuanto antes se asuma el hecho de que todos nos hacemos mayores, sin verlo como algo lejano que sólo les sucede a los demás, más probabilidades tendremos de prevenir sus consecuencias negativas, retenerlas o corregirlas”. Pero, ¿cuáles son las claves prácticas para envejecer siendo felices y sin miedos?Hoy en día ser mayor es sinónimo de marginación en muchos aspectos
Como se desarrolla en profundidad en El arte de envejecer, el primer paso consiste en desprenderse de los prejuicios sociales y roles de edad creados por las sociedades contemporáneas. “En otras épocas históricas y civilizaciones era distinto, pero hoy en día ser mayor es sinónimo de marginación en muchos aspectos. La gente suele esconder su edad porque se tiene en cuenta para todo y puede crearte problemas. Sin embargo, lo importante no son los años, sino la actitud ante la vida, las ganas de vivir y hacer cosas”.
El mito de la eterna juventud
Desprenderse de estos prejuicios significa “recuperar la personalidad propia y definirla bien sin dejarse llevar por las modas y las costumbres familiares o sociales. Si sabemos lo que queremos podremos evitar ser manipulados por todos estos ingredientes porque es ridículo presumir de ser eternamente joven”. La escritora cordobesa insiste en que el resultado de asumir estos roles “crea personas en serie, con el mismo corte de pelo, el mismo tinte para esconder las canas y los mismos trajes, lo que nos convierte en seres impersonales”.
Por eso, saber envejecer no es una habilidad o una destreza, sino un arte. “Todo lo que hacemos se puede ver desde la óptica del arte, entonces, cualquier actitud, gesto o palabra es como una pincelada que damos en el lienzo de nuestra vida y debe ser lo más perfecta y elegante posible para no ser disonante con nuestro propio universo”. Ilusión, creatividad, espíritu libre y ánimo para desarrollar nuevos proyectos son algunas de las actitudes artísticas que Agüera recomienda adoptar para vivir la vejez con la mayor plenitud posible.Hasta el último día que tengamos aire para respirar tenemos que mantenernos activos
Cierto es que el paso del tiempo deja huellas irreversibles a lo largo del tiempo, principalmente en forma de achaques o de pérdidas irreparables de seres queridos, pero es fundamental que estas realidades “no nos absorban de tal manera que nos impidan ver la luz del sol. Muchas veces sólo vemos nubes en nuestro interior, pero siempre hay algo por lo que ilusionarse en este mundo, por muy pequeño que sea”.
Vivir para cuidarse y no cuidarse para vivir
Para recuperar esta ilusión por la vida superando las adversidades, Agüera recomienda “no quedarse en casa sentados en el sillón, que es lo que nos apetecería, ni asumir que ya no se tiene nada que hacer o aportar. Hasta el último día que tengamos aire para respirar tenemos que mantenernos activos, sin dejarnos llevar por el desánimo. Mucha gente cuando se jubila o llega a una determinada edad dice: "Ahora voy a cuidarme porque tengo que vivir, pero desde mi punto de vista debe ser al revés, cuidarse para vivir porque siempre es preferible vivir luchando y siendo activo, dentro de las limitaciones de cada uno”.
Agüera llama la atención sobre cómo los jóvenes de hoy en día envejecen más rápido por su pasividad y sedentarismo ante la vida, ya que “suelen estar desanimados, sin ilusión por nada y sin capacidad inventiva o creativa, lo que los convierte en personas más viejas que muchos de los mayores”.
Los roles de género perjudican el correcto envejecimiento femenino
El arte de envejecer se convierte en una tarea más difícil de asumir entre las mujeres que entre los hombres debido al machismo imperante, sobre todo, entre las generaciones más mayores. Como explica la autora, “la formación que hemos adquirido es fruto de un producto cultural, por el que la mujer siempre tiene que estar guapa para agradar al hombre, pero tenemos que evolucionar e intentar estar guapas para agradarnos a nosotras mismas. Desde mi punto de vista, a las mujeres todavía se les exige mucho más que a los hombres”.La formación que hemos adquirido es un producto cultural que dificulta el correcto envejecimiento femenino
El rol de género también suele pesar en la distribución desigual de las tareas domésticas y de los cuidados, lo que quita tiempo a las mujeres para desarrollar sus propios proyectos y disfrutar de su tiempo autónomamente. Poco a poco, esta situación está cambiando y cada vez es más frecuente entre las parejas jóvenes repartirse el trabajo doméstico, apunta la escritora. Para llegar a una plena igualdad que permita una armonización entre hombres y mujeres para envejecer felizmente “es una obligación desenterrar el rol masculino como el jefe de casa y el femenino como ama de casa”, añade Agüera, que ve el futuro con optimismo porque “las mujeres son cada vez más intransigentes y ya no quieren a un marido autoritario en casa”.
No convertirse en canguros de los nietos
Isabel Agüera califica como un “vicio” entre los mayores su afán por dar consejos porque “nos creemos que nuestra propia experiencia ya lo es todo, pero es un error que no nos impide seguir aprendiendo y nos hace pasivos”. Uno de los consejos más repetidos en El arte de envejecer, y que la autora ya anticipaba en Guía práctica paraEl papel de los abuelos consiste en potenciar los lazos familiaresabuelos y nietos es que “debemos saber llegar a abuelos molestando lo menos posible a los demás y procurar estar en la vida con elegancia”. El papel de los abuelos debe ser “discreto”, actuando como un cohesionador familiar, “promoviendo la convivencia entre los tuyos, organizando reuniones y comidas, pero sin imponer nunca nada”.
Por otra parte, Agüera concluye que los abuelos no deben convertirse en “canguros de sus nietos”. Echar una mano cuando haga falta sí, pero no sistemáticamente porque el protagonismo que han adquirido actualmente en el seno familiar es “injusto” y perjudica el arte de envejecer.
Fuente:
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2012/05/16/como-envejecer-con-elegancia-y-sin-molestar-a-nadie-98012/
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