El miedo es un sentimiento normal, útil para la supervivencia y para evitar peligros innecesarios. Por tanto lo podemos considerar como adaptativo y protector. Los miedos infantiles suelen darse sin ninguna razón aparente, se dan en unas edades concretas , siendo por tanto predecibles y acaban por desaparecer con el paso del tiempo. Influye en la desaparición de estos miedos, llamados evolutivos por ser normales para la edad, que la actitud de los adultos sea la adecuada, así como el ambiente familiar y escolar. Ya que solo en algunos casos los miedos pueden convertirse en un problema, incluso en una fobia que puede alterar el desarrollo afectivo del niño. Podemos darnos cuenta que el miedo se ha convertido en un problema psicológico cuando las reacciones del niño interfieren en su vida diaria, no dejandole vivir feliz y adaptado a la familia, amigos o escuela, y alterando su desarrollo. Los miedos evolutivos, también conocidos como normales en los niños, suelen darse debido a la maduración del sistema nervioso, y el aprendizaje del niño. Cambia su capacidad perceptiva y mejora su percepción de los peligros. Así como otras capacidades cuyo desarrollo también influye en la aparición de los miedos normales. Esto hace que a unas edades u otras se den unos miedos u otros.
Los miedos normales más frecuentes en el desarrollo infantil son:
De 6 a 12 meses, tener miedo a personas extrañas y ruidos fuertes.
De 0 a 2 años, tener miedo a estimulos intensos y desconocidos, y separación de los padres.
De 2 a 4 años, tener miedo a los animales, a la oscuridad, a las tormentas y a los médicos.
De 4 a 8 años, tener miedo a la oscuridad, a los animales, a las criaturas imaginarias (brujas, fantasmas, monstruos).
De 8 a 10 años, tener miedo a las catástrofes, al daño físico, al ridículo, a los exámenes y los suspensos.
De 10 a 12 años, tener miedo a los accidentes, a las enfermedades, al rendimiento escolar, a los exámenes y suspensos, y a los conflictos graves entre los padres.
En niños pequeños suele darse más de un miedo a la vez. A partir de los 6 años la frecuencia de los miedos disminuyen, con el desarrollo normal.
Vamos a ver qué pautas educativas se pueden seguir para enfrentar los miedos normales de los niños, y evitar que estos se conviertan en trastornos:
Ofrecer un ambiente general de seguridad afectiva. Sentir que los padres están ahí cuando les necesite, y que estos desean ayudarle.
Mantener un clima de tranquilidad y firmeza. Aplicar normas claras que le den seguridad, siendo esta disciplina flexible, respetuosa y sin severidad.
Ofrecer al niño la oportunidad de ser elogiado y realizar actividades exitosas y gratificantes. Para lograr una buena autoestima y confianza en sí mismo, que posteriormente le pueden ayudar a enfrentarse a los temores.
Fomentar la independencia del niño. Evitar sobreproteger al niño para que este no acabe creyendo que no está capacitado por sí solo para enfrentar los peligros.
Evitar la utilización del miedo para conseguir la obediencia del niño. Ya que puede desarrollar trastornos posteriores.
No mostrar nuestros propios miedos delante del niño, para evitar que este los aprenda por observación.
No coaccionar ni presionar al niño para que este se enfrente con el objeto temido. Para no producir desamparo y ansiedad, así como baja autoestima.
No reforzar cuando el niño tiene miedo. No prestarle más atención o afecto cuando tiene miedo que cuando no lo tiene.
No dramatizar la situación.
Dar oportunidades al niño de enfrentarse poco a poco con los objetos temidos.
Realización por parte del niño de actividades distractoras y agradables.
Desmitificar el objeto temido.
Poniendo en práctica estas pautas podemos evitar que los miedos normales de los niños puedan convertirse en un problema, y terminen siendo fobias.