En estos tiempos que vivimos en los que siempre vamos con prisa a todo, tenemos miles de cosas que hacer, tres mil pensamientos en la cabeza, y siempre vamos con esa sensación de que no nos da tiempo a todo, es vital saber organizarse bien para evitar que el estrés se adueñe de nosotros. Porque en muchas ocasiones solemos sobrecargarnos con demasiadas tareas a la vez, nos sentimos responsables de todo y por si fuese poco, incluso caemos en querer hacerlo todo perfecto. Esta situación de sobrecarga nos genera tensión, preocupación y nos abruma por los plazos a cumplir.
Lo primero que debemos hacer es comprobar si en nuestro día a día se quedan muchas actividades que estaban programadas sin realizar, y si además observamos que no nos da mucho tiempo a actividades agradables o placenteras entonces tenemos problemas en la organización de nuestro tiempo.
Algunos consejos para organizarse mejor son los siguientes:
Primero tener claro nuestras metas o actividades a realizar, lo que queremos hacer. Puede tratarse de actividades de duración de un solo día o a más largo plazo que haya que ir elaborando poco a poco. Debemos comprobar si las actividades que realizamos son innecesarias u ocupan más tiempo del debido, porque si esto se da nos está robando tiempo para lo que nosotros consideremos importante. Es decir, que cada uno debe organizar su tiempo en función de lo que de más valor o prioridad en su vida. Porque cuando nos organizamos de manera incongruente a nuestros valores, esto acaba haciendo mella en nuestra salud mental, no sintiéndonos bien con la vida que llevemos.
Por lo tanto debemos eliminar las actividades innecesarias y reducir el tiempo que dedicamos a aquellas en las que nos excedemos.
Luego tenemos que establecer la importancia de las actividades a realizar según su prioridad, es decir, si es urgente realizarla ese mismo día o tenemos más tiempo para poder hacerla, según el plazo.
Tenga en cuenta las actividades que se tienen que hacer a una hora determinada: como asistir a una reunión, una cita con el médico, recoger a los niños del cole, etc. Este tipo de actividades por norma general son las de máxima prioridad. Luego irían las actividades que deben realizarse por obligación en es día pero que no tienen un horario obligatorio y en último lugar aquellas para las que se tiene más plazo para realizarlas. Cuando se nos de el caso de que no tenemos tiempo para todo, serán estas últimas actividades las que podremos dejar sin hacer.
Es importante que en nuestra organización vayan incluidos descansos breves y momentos para relajarse.
Evite los pensamientos negativos en relación a no tener tiempo suficiente.
No posponga cosas si no es realmente necesario e imprescindible.
Intente acabar cada actividad que comienza, porque si nos vamos de una tarea a otra sin acabar las anteriores nos podemos encontrar con un montón de cosas a medio, y esa sensación de no acabar nada nos provocaría sensación de agobio por tener tantas cosas pendientes. Y no solo eso, sino que al retomar en otra ocasión la tarea tendríamos que perder tiempo para coger el hilo por donde la habíamos dejado.
Ajústese al plan que tenía previsto, evitando caer en la trampa de realizar otras actividades no planeadas y luego no tener tiempo para las que realmente tenía que hacer.
Y por último y no por ello menos importante sino justamente al contrario, y es que en estos tiempos que corren no debemos olvidarnos que nosotros somos dueños de nuestro tiempo y por tanto tenemos la potestad de decidir en que lo empleamos. Por ello decir que "no" cuando creamos que es necesario es un derecho que tenemos sobre todo cuando nos vienen demandas inesperadas por parte de otros. Siempre por supuesto dicho de manera correcta. Como anécdota comentar que últimamente observo mucho algo que llamo "el síndrome del parado", que consiste en que ciertas personas entienden o ven al parado como alguien que no tiene nada que hacer y todo el tiempo disponible, pero claro no lo entienden como disponible para él mismo sino disponible para todo aquel que le quiera pedir o solicitar algo, y que por el simple hecho de estar parado no puede negarse o no tiene motivo para ello. En este caso el parado caería en la trampa si toma esta creencia de que como no trabaja de manera remunerada no puede negarse, cayendo por tanto en un sentimiento de culpa y dejando que el otro acabe siendo dueño de su tiempo. Porque por el hecho de que una persona no tenga en un momento dado un trabajo remunerado no significa que no tenga nada que hacer, puede tener tareas que realizar e incluso en un momento dado verse desbordado por ellas, y no digo más si no sabe decir que "no" ante las demandas de los demás.